Disciplina, LA CLAVE DEL EXITO

Es uno de los propósitos más comunes de año nuevo, pero también uno de los que se abandonan con mayor facilidad. En estos casos, ayuda mucho encontrar una motivación para lanzarse a la acción.

Inscribirse en un gimnasio es muy sencillo. Es cuestión de ver el anuncio del establecimiento ideal y preguntar por precios, condiciones y la calidad del servicio.

Seguramente, la persona que informa hablará maravillas de las rutinas y convencerá al nuevo socio de que en breve lucirá una esbelta figura y será la envidia de todos.

Pero, ¡Oh, sorpresa! Muy pronto, el atleta en ciernes se percata de que no es sencillo mantener una disciplina para acudir de manera permanente a realizar ejercicio y, lo que es peor, que los resultados no se aprecian a las dos semanas de práctica, como añoraba.

Surge entonces, el natural deseo de abandonar la empresa. El voluntarioso deportista ya no quiere ir al gimnasio, pero ya pagó dos meses de membresía por adelantado. El servicio es lo suficientemente costoso como para desperdiciarlo por desidia y pereza.

En vez de que sienta dolor y remordimiento cada vez que vea la tarjeta del club, debe sentirse motivado para cumplir con la meta que una vez adoptó. Se sentirá muy bien cuando se acostumbre a ejercitarse con entusiasmo, su autoestima se reforzará y habrá honrado su palabra.

MOTIVACIÓN PAULATINA
De acuerdo, el cliente se sobrepone al ataque de pereza y decide seguir con sus sesiones de spinning o levantamiento de pesas. Sabe que será difícil encontrar alicientes para seguir adelante. Se pregunta por dónde debe comenzar, para obtener la regularidad deseada.

Aquí se presentan algunas ideas:

1.- Vestirse
Cuando alguien decide forzarse a acudir al gimnasio, el propósito puede resultar intimidante. Por eso hay que dividir el objetivo en pequeños pasos. Lo primero es vestir la ropa deportiva, un propósito inicial que parece muy sencillo, pero ayuda como meta intermedia.

Un segundo pequeño objetivo es llegar hasta la puerta del gimnasio y pensar que sólo se ingresará durante 15 minutos. Esa cantidad es suficiente, para empezar. Ya después será más fácil darse otros 10 minutos y así, hasta que se complete una hora. Lo más importante es llegar al lugar.

2.-  Buscar recompensas
Muchas personas se dan satisfacciones después de haber cumplido con una jornada de ejercicios. Algunos se permiten tomar un café, otros, un chocolate y algunos más, una cerveza. Cualquier motivación es justa para acudir.

● Inconscientemente, el cerebro se acostumbra a esos premios y se estimula para avanzar en esa dirección en las ocasiones futuras. Claro, las recompensas nunca deben ser algo que afecte en los beneficios que da ir al gimnasio.

● También puede ayudar que, por la noche, antes de dormir, se coloquen las llaves del auto sobre las ropas deportivas para, al verlas, sentir esa motivación para acudir a ese lugar donde la gente se activa.

3.- Valorar la membresía
¿Cuál es el gasto que ya se realizó para acudir al gimnasio? No ir, por simple flojera, es un desperdicio de dinero. Nada hay más frustrante que eso, pues ¡duele arrojar el dinero a la basura!

● Además, hay que sumarle la ropa deportiva que se adquirió, los zapatos, pantalones cortos, tenis, manoplas, guanteletas, polainas y los demás accesorios para ser un buen ejercitador… Todo cuesta y hay que aprovechar cada centavo invertido.

4.- Vestir la ropa que apriete
Una buena motivación es recordar cómo se ve uno con la ropa que ya no le queda. A veces, es suficiente observar esos pantalones que ya no entran en las caderas para sentir la necesidad de quemar calorías de inmediato.

● Si es posible tomarse fotografías ¡mucho mejor! Y más ayuda si esa imagen es colocada en el refrigerador o en un corcho visible.

5.- A consentirse con el atuendo 
La persona que va al gimnasio puede no estar de acuerdo con el peso que tiene y la talla que viste. Por eso se esfuerza y suda en la caminadora. El problema es cuando existen inseguridades que impiden sentirse confortable con la ropa del gimnasio.

● Para sentirse mejor, vale la pena tomarse el tiempo de buscar la ropa con la que se sienta muy bien y crea que le luce mejor. Es una buena forma de motivarse, pues cuando vaya a ejercitarse sentirá que lo hace de una manera en que se siente atractiva.

6.- Ser realistas en el calendario
Un entusiasta deportista puede suponer que todos los días despertará a las 5 de la mañana para acudir al gimnasio. Pero pronto se da cuenta que su intención inicial es inalcanzable, pues se acuesta tarde y no se siente bien si despierta muy temprano.

● Entonces puede ajustar su horario para ser realista con su propio tren de vida. Es muy útil ubicar un gimnasio cercano para invertir el menor tiempo posible en el traslado. Debe preguntarse, también, si necesita ir a todas las actividades programadas. El gimnasio tiene que ajustarse a las necesidades del usuario.

UNA BUENA COMPAÑÍA
Cuando la pereza va ganando la partida y resulta imposible acudir al gimnasio, el deportista siempre puede recurrir al auxilio de un amigo o amiga. Puede ser una compañera o ¿por qué no?, una persona de interés romántico.

• Lo importante es encontrar una excelente compañía para una jornada de ejercicios que puede resultar monótona.

• Una compañía genial se encuentra en el trabajo: los dos acuden al mismo lugar, tienen intereses similares y pueden compartir muchos temas en común, horario y hasta transporte, si viven por el mismo rumbo.

• Como parte de la motivación mutua, puede haber una sesión de café después del ejercicio para comentar las incidencias del día o, simplemente, para pasar un momento de tranquilidad, que ayuda mucho después del ejercicio.

• Con esta compañía que, por supuesto, debe ser necesariamente agradable, se puede crear una competencia amistosa para buscar objetivos retándose mutuamente.